martes, 4 de octubre de 2011

Cuentos de hombrecitos de Antonio Seguí



El consagrado artista presenta sus grabados al carborundum, litografías, serigrafías, aguafuertes y chiné colé, producción realizada entre 1996 y 2010.

Los trabajos son parte de la segunda donación que realiza al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), que en el año 2001 legó 330 obras y hoy le suma 122 trabajos de su producción desde 1996.

Antonio Seguí declaró en varias oportunidades que sus obras son cuentos en los que representa personajes que fueron importantes en su infancia, como los típicos hombrecitos de traje a rayas y sombrero con los que recuerda a su padre y a los hombres de esa generación que iban a todos lados con sombrero, incluso a las canchas a ver fútbol.

Los hombrecitos urbanos caminan enérgicamente en sus obras, se los ve solitarios y silenciosos, son parte de una Ciudad que vive a gran velocidad, no son solemnes y siempre mnestran un giro hacia el humor, lo que es coherente con el origen de Seguí, como buen cordobés que es.

A la falta de figuras femeninas, el artista lo justifica en el hecho de que en su infancia las mujeres andaban poco por la calle. Y mucho menos solas.

En sus obras no hay referencias geográficas y los personajes podrían pasear y ser parte de cualquier ciudad, aunque muchos de ellos tienen sus raíces en el tango o el folklore, argentinos que como a él el destino los llevó a otras tierras (Seguí vive en París desde 1963).

Seguí estudió derecho, pero abandonó la carrera para irse a Madrid, donde estudió pintura y escultura. A su regreso, en 1952, presentó su primera muestra y los militares de entonces pidieron que se clausurara porque sentían que se burlaba de la sociedad cordobesa en general, y de los curas y los jueces en particular.

Su humor, dijo el artista, lo acompaña desde su infancia en el seno de una familia que hizo de la risa una ceremonia, y su entorno fue una fábrica de chistes.

Seguí emprendió un viaje por el continente americano con un pequeño auto con el que llegó a México, en 1958, tratando de recorrer el mismo camino realizado por el "Che" Guevara. Allí tuvo la oportunidad de hacer amistad con el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros y tuvo de vecino al cantante Agustín Lara.

Recibió ayuda económica de su abuela y pudo probar suerte en diferentes lugares, hasta que participó en la Bienal de Pintura Joven en Francia y comenzó a vender sus propios trabajos, lo que lo alentó a permanecer allí.

A Seguí le gusta viajar y comprar arte, y cree que su coleccionismo comenzó en la infancia cuando su abuelo le heredó una colección de estampillas. Ya instalado en Europa le siguió una colección de grabados europeos que terminó donando al Centro de Arte Contemporáneo de Córdoba.

Más tarde llegó la pasión por el arte precolombino y africano, algo que le trajo problemas en la Aduana de Perú y por ello pasó dos meses en la cárcel, por ignorar que la legislación de ese país había cambiado y que sacar esas piezas era un delito.

Seguí es una artista de una vasta producción, lo que le permite tener material suficiente para la demanda de sus numerosos galeristas en distintos países. Realiza sus trabajos en series y siempre tiene tres o cuatro trabajos a la vez, ya que las series están pensadas de esa manera y pueden abarcar de cincuenta a cien obras. Los temas a veces son producto de juguetes sobre el papel, otras de frases o situaciones y, aunque trabaja con figuras humanas, el artista siente que el todo funciona como cierta pintura no figurativa.

Las tiras cómicas de las que el artista era fiel lector en su infancia, de alguna manera también se encuentran presentes en sus obras. Influyeron las desaparecidas revistas Leoplan y Billiken, como también los almanaques que usaban en su casa.

Seguí reconoce su admiración por las obras de Picasso, Daumier, Chagall, Otto Dix o George Grosz pero se siente independiente de tener que homenajearlos. Y para algunos conocedores de su obra se cree que tiene influencias de Allen Jones y David Hockney en su breve paso por el "pop".

En algunos de sus trabajos un sector se encuentra en sombras o en blanco, negro y grises, mientras que otro tiene a todos sus personajes en colores. Esa idea surgió de la frase "El sol no sale para todos".

La muestra se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), en Av. San Juan 350, San Telmo.
Por Nanu Zalazar nota publicada en agosto de 2011 en www.gacetamercantil.com

No hay comentarios: