jueves, 16 de febrero de 2012

Gustav Klimt, Los años dorados

En el 150 aniversario de su nacimiento, el museo Belvedere de Viena celebra al genio que llevó a la cumbre al "Art nouveau".



Por Nanu Zalazar

Con motivo de cumplirse los 150 años del nacimiento de Gustav Klimt, el museo Belvedere de Viena, Austria, su ciudad natal, celebra con una muestra retrospectiva desde el año pasado y hasta julio próximo todo un año dedicado al artista.

Junto a sus seis hermanos, Klimt tuvo una infancia signada por la pobreza. Su padre trabajaba como dorador de marcos y su madre era una cantante que no pudo demostrar su talento.

Este artista descolló dentro del movimiento “Art nouveau” como un pintor simbolista por excelencia. Sus primeros pasos fueron dentro del taller de su padre y a los 14 años logra ingresar a una escuela local de arte y artesanía, donde se lo admitió por sus habilidades como dibujante y pintor. Junto con su hermano Ernst, también artista, y Franz Matsch comenzaron a ganar buenas sumas de dinero decorando los nuevos edificios de la ciudad, en donde los nuevos ricos querían rodearse de objetos y de lugares similares a los que tenía la aristocracia histórica. Fue un buen momento para Klimt, ya que el mecenazgo alentó su intensa actividad en la pintura, la escultura y la arquitectura.

Klimt concordaba con los preceptos del ideario romántico y el desnudo femenino siempre fue su inspiración, lo que le ocasionó no pocos inconvenientes al inicio de su carrera, ya que apuntaba a temas con demasiada pulsión sexual para la época. Se lo considera un continuador de los dibujos eróticos de August Rodin y de Jean August Ingres.

Klimt ocupó lugares muy importantes en la sociedad intelectual de Viena. De joven deseaba que se lo reconociera como un pintor de decoraciones de grandes espacios públicos como teatros, museos e iglesias y es en estos espacios que desarrolla sus series de alegorías con sectores en oro, volcado al simbolismo y donde además comienza a trabajar espacios abstractos, todos elementos característicos de sus obras.

En 1894 recibe el encargo de realizar tres pinturas para decorar el techo del Aula Magna de la Universidad de Viena, por las que recibió muchas críticas. El artista debía representar a la Filosofía, la Medicina y la Jurisprudencia, pero para los académicos les resultó un simbolismo simple y a los católicos les molestaron los desnudos, a los que consideraron pornográficos. Además, varias de las obras diferían de los bocetos aprobados por la comisión y esto provocó una gran controversia. La universidad decidió finalmente no instalar las obras de Klimt, y éste no volvió a admitir encargos a partir de entonces. Por desgracia, los tres cuadros fueron destruidos por las “SS” hitlerianas durante su retirada de Viena, en mayo de 1945.

Tres años más tarde, Klimt fue uno de los fundadores de la “Secesión vienesa”, un colectivo de artistas que tenía como objetivo promocionar a artistas jóvenes, organizar muestras y publicar una revista en la que figuraran las obras más importantes de los miembros del grupo. El grupo, con apoyo del gobierno, logró edificar una sala de exposiciones para presentar sus obras al público.

Esta asociación nucleaba a arquitectos y artistas con diferentes estilos, tanto naturalistas, realistas como simbolistas, y a pesar de su eclecticismo dio lugar a la versión vienesa del “Art nouveau” que tuvo diferentes nombres en distintos países: en España se lo conoce como Modernismo; Modern Style es para los anglosajones; Liberty o Floreale, en Italia. El movimiento estaba fuertemente inspirado en la naturaleza, con preferencia en los vegetales, las flores y las formas redondeadas que se entrelazan con la figura principal. La asimetría y la estilización se alejan del estilo realista alentado por las academias. La figura femenina, en actitudes delicadas y sensuales hasta llegar al erotismo en muchos casos, particularmente en Klimt, era representada con cabelleras frondosas y ondulantes y con vestimentas repletas de pliegues.

El “Art nouveau” no sólo se desarrolló en la pintura, la escultura y la arquitectura, sino también en las artes aplicadas o decorativas y se evidencia en las artes gráficas, el diseño de muebles, la herrería, la joyería y la cristalería, incluyendo lámparas y cerámicas.

Muchas de las características fueron tomadas por el “Art decó”, pero endureciendo las líneas y geometrizando las formas.

Aceptado por la crítica y acompañado por un éxito comercial, Klimt vivió una “etapa dorada”, lo que coincidió con el uso de láminas de oro en sus obras.

El estilo inconfundible de Gustav Klimt, que murió de neumonía en 1918, lo ha convertido en un referente ineludible de la moda y la estética de su tiempo y los precios millonarios alcanzados en subastas comprueban que su éxito continúa hasta el presente.
Nota publicada en www.gacetamercantil.com el 3 de Febrero de 2012

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