sábado, 26 de noviembre de 2011

CRISTO REDENTOR Más que un millón de amigos


El monumento emblemático de Río de Janeiro cumple 80 años y es una de las Siete Nuevas Maravillas Modernas construídas por el Hombre. Dos millones de turistas lo visitan por año.


Por Nanu Zalazar

"Cristo Redentor, brazos abiertos sobre Guanabara", le canta Roberto Carlos en una canción a la ciudad de Río de Janeiro. Ese Cristo que desde hace 80 años da la bienvenida con sus brazos extendidos y mira desde las alturas del morro toda la ciudad "maravillosa", por lo que se ha convertido no sólo en un símbolo carioca sino del país entero.

En 2007, el Cristo consiguió cien millones de votos a través de un sufragio por internet y fue nominada como una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo junto a Machu Picchu, la Gran Muralla China, el Coliseo de Roma, el Taj Mahal, Chichén Itzá, y Petra. La condición para participar entonces era ser una estructura creada por el Hombre y que estuviera en pie.

La estatua del Cristo Redentor tiene 30 metros de altura sobre un pedestal de 8 metros y fue realizada en granito. Se encuentra a 700 metros sobre el nivel del mar dentro del Parque Nacional de Tijuca, en la cima del cerro del Corcovado. Es la estatua más grande del mundo, tanto de Cristo como en su estilo, el Art decó.

El mirador del cerro Corcovado, antes de albergar al Cristo, ya era un importante punto turístico al que se llegaba por un tren que fue inaugurado en 1884 por el emperador Pedro II de Brasil.

Que Río tuviera un monumento que diera cuenta de su creencia católica surge en el Imperio y su construcción fue especialmente apoyada por la princesa Isabel a mediados del siglo XIX, pero esta idea fue retomada en 1921 cuando se preparaban para los festejos del centenario y generó controversias entre católicos y protestantes.

Hector da Silva Costa fue el autor del proyecto y el diseño general del monumento fue realizado por el artista brasileño Carlos Oswald, pero el escultor francés Paul Landowski ejecutó la cabeza y las manos de la escultura.

El Cristo está realizado en hormigón armado, pesa cerca de 700 toneladas, esta escultura por su tamaño requirió ayuda de ingenieros y arquitectos.

La construcción, que demandó cinco años de trabajos, supuso tareas riesgosas, especialmente en el armado de los brazos que se extienden sobre el vacío en tiempos en que los sistemas de seguridad eran precarios o casi nulos. Pero no hubo que lamentar ningún muerto por accidentes lo que sirvió para se considerara que la presencia del Cristo obró de manera milagrosa.

Finalmente el monumento se inauguró el 12 de octubre de 1931 y estaba previsto que la iluminación fuera encendida por Guillermo Marconi desde Nápoles, que accionaría una señal eléctrica que sería trasmitida a Inglaterra y esta se contactaría, a su vez, con el barrio carioca de Jacarepaguá, pero por problemas climáticos tuvo que ser encendida desde Río.

Para llegar a la cima se puede ascender en auto o en tren de cremallera para poder trepar el camino escarpado. El transporte tiene capacidad para 360 pasajeros, el viaje dura 20 minutos y desde 2003 funciona un sistema de escaleras mecánicas.

Una curiosidad: la estatua del Cristo no es del Estado brasileño sino que es propiedad de una entidad civil y de la Arquidiócesis de Río, que fue la encargada de conseguir y luego administrar los fondos necesarios para construirla.

Otra: los herederos del escultor francés reclaman derechos de autor y piden recibir un canon por las imágenes tomadas del Cristo para publicidades y películas. Pero aunque el trabajo no fue creativo sino técnico, Landowski realizó las imágenes basadas en un croquis de un artista brasileño.

El año pasado el Cristo Redentor fue víctima de una guerra de "pichadores" (el nombre que reciben los graffiteros). Algunos jóvenes de Río hicieron pintadas en San Pablo, lo que fue tomado como una provocación o un avance sobre su territorio y, como venganza, los paulistas decidieron "firmar" el monumento de los cariocas para ponerles límites.

Los "pichadores" paulistas colocaron las típicas firmas y algunas inscripciones de protesta en la emblemática estatua, sobre todo en los brazos, en el pecho y en el rostro, hecho que fue repudiado no solo por los cariocas sino por brasileños de todo el país.

La investigación no llevaba a nada porque unos días antes del ataque las cámaras de seguridad fueron desconectadas por un fuerte temporal, pero de todos modos los autores se entregaron voluntariamente a la Justicia y a partir de ese momento se reforzó la seguridad.

Más de 2 millones de turistas por año disfrutan la vista única de la "cidade maravilhosa" sin dejar de fotografiarse junto al Cristo de los brazos abiertos, lo que ha convertido a este lugar en una pequeña torre de Babel a juzgar por los diferentes idiomas que se pueden escuchar allí.

Nota publicada el 21 de noviembre de 2011 en www.gacetamercantil.com