domingo, 6 de noviembre de 2011

El ejército de terracota



El emperador Qin Shi Huang dio comienzo a la unificación de China. Entre sus obras monumentales destaca el inicio de la construcción de la Gran Muralla, pero en busca de la inmortalidad hizo construir un mausoleo custodiado por miles de soldados de arcilla.


Por Nanu Zalazar

Qin Shi Huang fue el primer emperador de la China unificada en el siglo II a. C, que entonces comprendía solo la región de Qin, que se pronuncia Chin y de la que proviene el nombre del país asiático. A los 12 años gobernaba con la ayuda de un tutor pero a los 16 dominaba todos los estados vecinos al suyo. Para hacer más fuertes los lazos entre las regiones unidas, encargó trabajos monumentales entre los que se cuenta el inicio de la construcción de la Gran Muralla y un mausoleo para él que alberga a un enorme e impresionante ejército de terracota.

Se trata de un conjunto con la representación de más de 7.000 figuras de guerreros y caballos de terracota en tamaño natural.

Los soldados de arcilla fueron descubiertos accidentalmente mientras se realizaba una serie de pozos para regar una zona que sufría de graves sequías en la provincia de Shaanxi, en marzo de 1974. En esa zona se encontraron algunas cabezas de estos guerreros que sobresalían del suelo y, como coincidió con una mala cosecha, fueron vistas como un símbolo de mal augurio, por lo que las colgaron de los árboles y las golpearon como piñatas hasta hacerlas pedazos.

La noticia de la existencia de esas cabezas llegó a oídos de Xu Weihong, una arqueóloga que fue quien comenzó la excavación. A sus descubridores y excavadores, en 2010 se les otorgó el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales.

El foso donde se encuentra el grupo más grande de guerreros tiene una extensión de 200 por 60 metros. Las figuras son en tamaño natural: miden 1,80 metros y estaban equipadas con lanzas y armas de verdad.

En la fosa, que se abrió al público en 1979, los soldados aparecen enterrados en las mismas posiciones que cuando estaban en batalla, y hasta el momento, los arqueólogos destaparon solo tres fosos, que están entre 4 y 8 metros de profundidad.

Cada una de estas figuras tiene rasgos y características diferentes: con bigotes o diversos peinados, jóvenes y viejos, y con rasgos de etnias diferentes. Los uniformes reflejan también sus rangos militares. Las figuras eran de colores vivos y brillantes, pero la pintura se perdió a poco de exponerse al aire por la oxidación. Los investigadores aún hoy buscan una técnica que permita mantener los colores originales, pero esto ha pospuesto nuevas excavaciones.

A la segunda fosa se la conoce como "la fosa de los generales", donde 69 figuras representan al estado mayor del ejército imperial. La última fosa contiene un millar de guerreros, muchos de ellos sin restaurar.

Qin creía que sus sucesores iban a gobernar China durante diez mil generaciones (En chino, diez mil también significa "para siempre" y "buena fortuna"), y después de sufrir varios intentos de asesinato envió a buscar algo que lo hiciera inmortal.

No consiguió nada mágico pero abolió el sistema feudal y dividió los territorios en 36 regiones conducidas por tres gobernadores: uno civil, otro militar y un tercero para mediar entre ellos, los que eran designados y destituidos solo por él, y eran reubicados cada tanto para que no acumularan poder.

Qin desarrolló una extensa red de carreteras y canales para conectar las provincias y acelerar el comercio entre ellas, y para acelerar los desplazamientos militares y enfrentar focos de resistencia. En su período también se unificaron pesos y medidas, la moneda, los ejes de los carros, el sistema legal y, más importante, la escritura.

Cuando murió, la noticia fue ocultada porque se encontraba a dos semanas de viaje de la capital y se temía un levantamiento. Fue llevado en un carro que lo mostraba sentado para hacer creer que seguía vivo, pero cuando la descomposición del cuerpo avanzó se sumó un carro de pescado para disimular el olor hasta llegar al lugar de su descanso eterno. La obsesión del emperador no pudo ser: no reinó eternamente con la protección de su ejército, que permaneció enterrado durante más de 2.000 años.

Nota publicada el 31 de Octubre de 2011

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