domingo, 6 de noviembre de 2011

Gabriel Sainz, Rebeldes, soñadores y fugitivos


La pintura de Sainz evoca imágenes de tiempos pretéritos por su temática y sus personajes de vestuarios y peinados fuera de moda pero, fundamentalmente, lo que lo conecta con el pasado es que sus obras son de color ocre y variados marrones, como las fotos de nuestros antepasados o como la borrosa imagen de los recuerdos.

Con algunos toques surrealistas, el artista crea otra realidad comparada con sus anteriores series, donde las familias posaban junto al barco que los trajo a esta ciudad. Ahora se los ve afincados.

La soledad y tranquilidad que destilan los personajes recuerda a algunas obras de René Magritte, especialmente en el juego en que se borra el adentro con el afuera y las paredes desaparecen o se difuminan y se confunden con el cielo. Entran en juego las palabras y las imágenes producidas por el artista, en donde como el dilema del huevo y la gallina, no se sabe (y es bueno que así sea) si primero estuvo el título y luego la obra o viceversa.

Sainz juega con las dualidades, en particular con el tiempo, lo que acentúa la atemporalidad de sus obra.

Otra manera que tiene el artista de generar dualidades es a través de misturar el significado y su representación como en la obra "Visto en planta", donde un grupo de personas, con aires de una instantánea de los años '40, que recuerda a la película de Orson Wells, cuando desde un radioteatro logró hacer alucinar a cientos de miles de oyentes que podían ver cómo eran invadidos por alienígenas.

Sainz también logra hacer creíble un mundo de gente que vive situaciones extrañas con total normalidad. Hasta el 20 de noviembre en Galería Holz, Arroyo 863.

Nota publicada el 31 de Octubre de 2011 en www.gacetamercantil.com

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