miércoles, 28 de marzo de 2012

Tamara de Lempika La preferida de Madonna



Se destacó como retratista del "art decó" pero entró en un cono de sombra y volvió a ser reconocida tardíamente. Nació en Polonia, vivió en París y Los Ángeles y murió en Cuenavaca, México. La vida de una vanguardista del arte.

Por Nanu Zalazar

Tamara Gorska de Lempicka (se pronuncia “Uempitsca”), que nació en Varsovia, Polonia, en 1889 y murió en Cuernavaca, México, en 1980, se destacó como retratista dentro del estilo “art decó”. Pintaba retratos y desnudos de hombres y mujeres representados de manera etérea, con ropas movidas por el viento, y luces y sombras marcadas que les dan cierta impronta emparentada con la escultura.

Una de sus obras más famosas es un autorretrato realizado en 1929, "Tamara en Bugatti verde", en donde ironiza sobre la trágica muerte de la famosa bailarina estadounidense Isadora Duncan, que murió estrangulada cuando su larga chalina se enredò en las ruedas de su auto deportivo.

Tamara creció en el seno de una familia acaudalada y su primer retrato fue el de su hermana, en 1910, para desafiar al pintor que había contratado su familia. Ese año un viaje por Italia la puso frente a un mundo estimulante y desarrolló una vocación que la acompañaría el resto de su vida.

Vivió una vida de lujo junto a su marido en San Petersburgo y, cuando estalla la revolución rusa, se traslada un tiempo a Copenhague y luego a París, donde nace su única hija, Kizzette, y en donde Tamara conoce y estudia con el artista André Lothe y logra en poco tiempo exponer en varias galerías de la “Ciudad Luz”. En 1925 se realiza en la capital francesa la primera exposición “art decó” y ella comienza a hacerse un lugar dentro de la sociedad.

En 1926 viaja a Milán, donde expone y conoce al poeta Gabriel D’Annunzio, con quien tiene un romance, y participa de los círculos sociales locales, donde su talento como artista es bien considerado. En 1933 se divorcia pero sigue firmando sus obras con el apellido de su ex marido. Su movida vida social, sus infidelidades y su bisexualidad son algunos de los muchos motivos que conducen a su separación.

Al poco tiempo se casa con Raoul Kuffner, un barón acaudalado con quien se muda a Nueva York, ciudad en la que se inserta sin inconvenientes dentro de la burguesía de Manhattan. En 1934 se muda a Beverly Hills y es el glamour de Hollywood el que necesita de una artista tan sofisticada como Tamara. Una exposición personal en la “Julien Lévy Gallery” neoyorquina supone un gran éxito y permite a la artista construirse una nueva fama. Lévy repite la experiencia unos meses más tarde en su nueva galería de Los Ángeles: el éxito está garantizado con la asistencia de lo más selecto de Hollywood a la inauguración en el local ubicado en Sunset Boulevard

Su depresión y un profundo mistisismo la llevan a internarse varias veces en Suiza, y allí cambia su temática artística por temas religiosos, y también hay cambios en su estilo, que se hace más abstracto.

En las siguientes muestras la suerte que acompañaba a su talento se fue apagando y debió sorpotar varios fracasos hasta que, recién en 1967, unos jóvenes galeristas de París descubren sus obras en revistas viejas. En 1972, Alain Blondel organiza en su galería una muestra con los trabajos realizados entre 1925 y 1935 con mucho éxito de público y de crítica. Es un momento de redescubrimiento.

En 1963 se había mudado a Houston para estar cerca de su hija y también pasaba largas temporadas en Cuernavaca, México, donde muere en 1980. Su hija Kizette, cumpliendo el pedido de su madre, esparce sus cenizas desde un helicóptero sobre el cráter del volcán Popocatépetl, junto a Víctor Manuel Contreras, un escultor mexicano, que heredó una gran cantidad de sus pinturas. Contreras contó con su amistad desde que se conocieron estudiando en la escuela de Bellas Artes de Nueva York.

Antes de morir donó 150.000 dólares a una obra caritativa en Cuernavaca y su hija se enojó porque veía reducida su herencia, a lo que Tamara contestó para finalizar el reclamo. “Todo lo que tengo es gracias a mis pinceles. Y es por eso que no tengo que consultarlo con nadie”.

En los ’90, la cantante Madonna, admiradora y coleccionista de sus obras, en su video “Vogue” usó varios de sus cuadros en blanco y negro, todo acompañado por una estética que recuerda los años ’30. Y en “Deeper and deeper”, otro video personifica a una mujer glamorosa manejando un auto descapotado, igual al famoso autorretrato de Tamara. Otros famosos como el actor Jack Nicholson o Barbra Streinsand son confesos coleccionistas de la obra de Lempicka, lo que hace perdurar el glamour que la caracterizó en vida.

Nota publicada en www.gacetamercantil.com el 20 de Febrero de 2012