sábado, 9 de enero de 2010

Gracias Gauchito Gil


Hoy, Antonio Mamerto Gil Núñez (su verdadero nombre) es uno de los santos profanos más difundidos entre la gente, de boca en boca, de milagro en milagro podría decirse. Por todo el país, al costado de los caminos y en las casas de sus creyentes hay una insignia, un altar, una señal en su honor.

Cada 8 de enero se conmemora su muerte y se acercan a su tumba ubicada en Mercedes, provincia de Corrientes (de donde era originario), este año cerca de 250 mil personas para rendirle homenaje. Allí va su gente a rezarle, a pedirle y agradecerle por los pedidos concedidos.
María Rosa Lojo, autora de “Cuerpos resplandecientes, santos populares argentinos”, el culto de Antonio Gil Núñez es el más extendido del país. Según explica la escritora a minutouno.com, en los últimos quince años se multiplicaron sus altares y sus devotos, desde las Cataratas del Iguazú hasta la Tierra del Fuego. Pero su origen es por cierto, antiguo.

No existe una única versión de cómo vivía, pero se sabe que nació en la zona de Corrientes entre 1830 y 1870. En esos años en la provincia había un enfrentamiento político entre los azules y colorados (Gil pertenecía a los colorados, por eso se ven las banderas rojas en su santuario).

Cerca del 1850 ambos bandos se enfrentaron en las batallas de Ifran y Cañada del tabaco y es por eso que el coronel azul Juan de la Cruz Salazar citó a todos los hombres posibles para librar esas batallas, haciendo lo mismo con Gil. Fue entonces cuando el gaucho dijo que no había que pelear entre hermanos y no se presentó a la convocatoria.

En esa época, la deserción se pagaba siendo degollado o fusilado. “Se convirtió en un desertor ‘cuatrero fugitivo y hombre de Dios’ y sobrevivió escondiéndose en los esteros del Iberá. A pesar de su pobreza, no dejaba de repartir con otros necesitados aquello que conseguía en sus robos. Finalmente fue prendido y ejecutado sin más trámite en camino al lugar donde tendría que haber sido juzgado”, expresa Lojo.

Pero la verdadera leyenda comienza con su asesinato. Dirigiéndose al que lo iba a matar, el Gauchito pronunció sus últimas palabras: “Cuando vuelvas a tu casa, encontrarás a tu hijo muy enfermo pero si mi sangre llega a Dios, juro que volveré en favores para mi pueblo”. Acto seguido, obedeciendo la voz de mando, el soldado le cortó el cuello.

Varios días después, cuando todos ya habían olvidado al Gauchito, el soldado que lo había matado volvió a su casa y encontró a su esposa desesperada porque su único hijo estaba muy enfermo. En ese instante recordó las palabras de Gil. Entonces volvió al lugar donde lo habían matado, enterró el cuerpo y le rogó al Gauchito por su hijo. Cuando volvió a su casa, al amanecer, encontró a su niño sano.

2 comentarios:

sonoio dijo...

el gauchito uno de estos seres increíbles por la fuerza que arrastró después de su muerte
desde hace mucho me comenzó a sorprender esos templetes a la vera de cualquier camino
rojos tan rojos ondeando...

besos nanu

Adrianina dijo...

Mirá vos, hace unos días me preguntaba cual era su historia y el porqué de tanta gente que lo seguía; gracias por compartirlo.
Por cualquier ruta que transites siempre ves ofrendas en su nombre.

BSOTES.