lunes, 7 de febrero de 2011

Entrevista a Eduardo Iglesias Brickles


El artista grabador Eduardo Iglesias Brickles fue discípulo de Aída Carballo, lo cual es toda una presentación. En la actualidad realiza trabajos donde fusiona la xilografía (una disciplina del grabado) y la pintura, una técnica llamada xilopintura en la que las imágenes reflejan el mundo de la historieta, el arte pop, el expresionismo alemán y los afiches soviéticos.

Además de su tarea docente, también es diseñador gráfico y escribe sobre arte y artistas (trabajó para Página 12 y El Cronista Comercial) y desde hace varios años es autor del blog http://weblogs.clarin.com/revistaenie-testigoocular, donde opina sobre temas de arte.

Gaceta Mercantil lo entrevistó en su taller de San Telmo.

Tuviste un 2010 movido.

El 2010 fue un año extraño y bastante movido para mi sedentaria vida de pintor. La primera muestra fue en mayo en el consulado argentino de Uruguaiana, Brasil, junto a la artista brasileña Tina Felice; después vino la de los telones en la Universidad de Lanús; y luego otra que realicé junto a María Inés Tapia Vera en "Pan y Arte", un restaurante de la avenida Boedo. En octubre viajé a Washington, a la inauguración de Southern Identidy en el prestigioso Smithsonian Institute, en la que participé junto a otros 31 colegas argentinos de un panorama del arte nacional contemporáneo, como parte de los festejos del Bicentenario.

Hubo otras dos muestras: una en la Universidad Nacional de San Luis, donde también dí una charla en la Escuela de Arte, y en la Fundación Pablo Cassará, en Avenida de Mayo y Salta, en la Capital. También viajé a San Juan como invitado al III Congreso de Cultura. El 2011 me parece que va a ser más tranquilo, aunque ya estoy comprometido para tres muestras.

En tu blog aparece una nota sobre la tercerización de la obra, sobre tu mirada de los artistas que no hacen sus obras.

El caso más típico de artista que no hace su obra es Jeff Koons, que tiene montado un taller, él tiene la idea, tiene el diseñador y él va marcando las pautas de lo que quiere. Conocedor del mercado del dinero él pensó: "Acá hay una veta, yo puedo concebir arte como una cosa masiva".

Es de un cinismo impresionante, ¿quiere hacer arte para las masas?

Él vende arte desde 7.000 dólares con unos perritos de 25 centímetros hasta 3 metros (como un globo inflado). Es para profesionales más o menos acomodados y que les gusta estar en la vanguardia del arte haciéndose los modernos.

¿Trabajás con exclusividad para alguna galería?

No soportaría la presión de un galerista que me diga qué tengo que hacer. Sería algo terrible. Uno tiene que buscar, no solo acá sino en cualquier lado, la manera de sortear esa presión que viene de afuera. Nadie te obliga, vos entrás libremente, pero una vez que estás adentro te marcan un contrato y luego empiezan, de a poco. Te aparecen con cenas con coleccionistas. O si hay un evento te sugieren que hagas un dibujo, como una persona que hace lo que los galeristas quieren. Hay gente que lo maneja bien pero yo no me veo.

¿Qué te preocupa del arte contemporáneo?

La frivolidad y el arte malo. Creo que el arte contemporáneo tiene una cosa de liviandad, de tan poca densidad, que es alarmante. Eso también tiene que ver con el público. El arte nunca fue una actividad de grandes públicos, de masas, siempre fue elitista. Lo que garantiza la democratización es que vaya mucha gente, me refiero a los últimos años, a los grandes eventos como La Noche de los Museos, la apertura de grandes museos todo el tiempo, la presencia de público en las bienales, etc. Eso hace que llegue a más gente. Cuando empecé a finales de los '70 el panorama de la plástica era muy pequeño, nos conocíamos todos. Ahora no me preguntes de alguien de menos de 40 años porque no los conozco. Los artistas que éramos jóvenes teníamos relación con los más grandes como Pablo Suárez, Emilio Renart, se daba de manera natural. Ahora yo no tengo contacto con generaciones menores.

¿Qué deber ser el arte?

Yo estoy a favor del arte que haga pensar a la gente, que te puedas parar delante de una obra y que eso te encienda el cerebro, no que la obra sea pasatista para que alguien diga ¡Qué divertido! o ¡Qué sorpresa!

Fuiste a la inauguración de PROA el día que se rompió la obra de vidrio.

Sí, es una obra de Macchi realizada de manera industrial, si se quiere se puede volver a hacer. No sé por qué se la trata como a una enemiga del arte a Matilde Sánchez, que es la persona que sin querer la tocó y se rompió. No sé por qué se le dio tanta importancia. Dicen que estaba asegurada. ¿Por qué estaba asegurada si es algo que si se rompe se puede volver a hacer?

¿Qué esperabas encontrar en la muestra?

Fui porque me invitaron y siempre es bueno reencontrarse y hablar con conocidos, necesitaba despejarme, pero sabiendo que lo que vería no me iba a gustar. Desde el blog se me ocurrió de qué manera ver el "accidente" de Matilde y le propongo que podría volver a PROA y que destruya tres o cuatro obras más.

Lo presentaríamos como una acción de arte conceptual. Yo estaría en la puerta repartiendo volantes con un texto que explicara el irreprochable sentido plástico de esta perfomance.

Publicada en www.gacetamercantil.com en la edición digital y en papel el viernes 4 de febrero de 2011.
http://www.gacetamercantil.com.ar/notas/2124/de-buena-madera.html

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