miércoles, 2 de junio de 2010

Milo Lockett, de Chaco al mundo, pasando por su propia galería


El artista chaqueño Milo Lockett inauguró su propio espacio de arte en la palermitana esquina de Humboldt y Cabrera. Y lo hizo, entre otras cosas, para controlar más su ya extensa y difundida obra, a partir de la cual ha disparado y dispara otros proyectos que podrían instalarlo cómodamente dentro del rótulo de gestor social.

El artista le concedió una entrevista a en su flamante galería, y en ella contó desde sus comienzos en su Chaco natal, en donde vive y trabaja, hasta este presente con iniciativas que para otros serían lisa y llanamente faraónicas.

Para lograr su independencia económica desde los 10 años Milo cortó el pasto, trabajó como recolector de basura y hasta fabricó ropa.

A los 32 años decidió dejar su próspero comercio de indumentaria (tenía ya tres locales) para dedicarse por entero a su vocación de pintar y dibujar.

Sintió que se había lanzado al vacío. Con su primera muestra, y viendo la buena recepción de su original obra, decidió contactarse con gente de Buenos Aires, donde fueron muchos los que afortunadamente le ofrecieron su apoyo y a los que ahora menciona agradecido.

Laura Spivak lo presentó en el Centro Cultural Borges, Ana Landaburu le abrió las puertas del Centro Cultural Recoleta y con Teresa Anchorena fue forjando una carrera que lo llevó, no sólo al conocimiento del público local a través de dos megaeventos como son ArteBA y Expotrastiendas, sino también a una muestra en Nueva York.

Se define como ansioso e hiperquinético y no puede trabajar sobre una obra sola, suelen ser cinco o más en forma paralela. Tan emprendedor como solidario, dedica el tiempo que puede para ayudar a los necesitados de su provincia y entre los proyectos más ambiciosos en los que se involucró se encuentra la construcción de la Casa Garraham de Chaco, cuya construcción ya comenzó.

“La obra se fue pregnando en la gente y el público me aceptó", explica Lockett. En paralelo comienzan a aparecer los proyectos sociales en el Chaco. "Pero yo siempre ayudé -aclara- y el fenómeno de que uno se haga conocido es interesante si uno lo puede ocupar para hacer el bien, eso lo aprendí rápido, porque ponés un cuadro para organizar una rifa para un comedor y la plata llega en forma directa”.

“No hay un paso en mi vida que no me sorprenda, todo lo que viene para mí es bueno, hasta lo malo es bueno porque aprendo muchas cosas”, apunta el artista.

“La idea de la galería propia surge porque tengo tanta producción que no hay lugar, si una galería tiene colgadas dos obras yo hago 500 por año", explica.

También, añade, "es un desafío a la situación del manejo de la obra y yo también quería tener un poco el control, aunque hay otras galerías manejando mi obra. Y además no quería tener tanta presión: en la galería, en los primeros seis meses, quiero trabajar mi obra y marcar la tendencia de que es una galería de un artista”.

Para Milo, “al mundo del arte le hace falta acercarse más al público, acercarse con respeto, porque sin público no hay artista".

Este artista autodidacta no la va con los guetos. "No me gusta como se manipula el conocimiento, la forma de mostrar los artistas. Hay ferias que son exclusivas, hay artistas que son jugadores permanentes. Estaría bueno que la gente tenga la posibilidad de conocer más artistas, que la gente elija, porque, si no, es como que indujimos al público y, ¿quiénes somos? ¿somos dioses? No, somos seres humanos", subraya.

Lockett agrega otro concepto. "El arte no tiene que ser pretencioso, no es necesario". En un momento en el que el mundo está "muy frágil, hay muchas guerras, muchas catástrofes, miseria y hambre, estaría bueno que el arte ocupe el lugar, no de sanación, sino más bien el de un lugar de más felicidad, con menos carga de dramatismo, me gustaría más eso”.

Para completar una temporada movida, fue la imagen de la gráfica del Paseo del Bicentenario en la avenida 9 de julio y así lo cuenta. “Tomé 200 palabras y armé un desarrollo para el evento. Lo ví en maquetas, pero luego armado en paredes gigantes me impresionó muchísimo”.

Según Lockett, su obra es muy sencilla y no tiene la pretensión de una obra de arte. "Eso, creo, es lo que gusta, eso es lo que más me acerca al público, porque estoy más del lado del arte amigable que del arte conceptual".

Un momento "muy fuerte" para Milo fue cuando descrubrió la obra de Jorge de la Vega. "Es uno de los pintores argentinos que más me gusta. Me armé una biblioteca de arte porque me gusta leer la vida de los pintores, me gusta descubrir su mundo, sus obsesiones. Incluso a veces empiezo por la persona y no por su pintura porque me encantan las biografías, las vidas y como evolucionaron en su obra".

Ahora está muy interesado en China. "Estoy tramitando por las mías, desde hace un año, para hacer una gira por cinco lugares en los que me interesa mostrar mi obra: China es un lugar en el que están muy sedientos de arte contemporáneo, de una imagen distinta”.
Nota publica miércoles 2 de junio de 2010 en www.minutouno.com

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