martes, 26 de julio de 2011

MNBA un museo para el siglo XXI

En una época en la que los edificios de los museos cumplen un papel relevante, el Nacional de Bellas Artes renovó su planta baja y remodeló sus salas, con cambios de pinturas y mejoras en la iluminación.


El Museo Nacional de Bellas Artes renovó la planta baja de su edificio, en la primera parte de un plan mayor de reforma y ampliación en el que se remodelaron las veinticuatro salas con cambios de pintura, se quitaron en algunas los paneles que formaban pequeños laberintos y se mejoró la iluminación, entre otros cambios.

El director del MNBA, Guillermo Alonso, subrayó la importancia de cuidar este patrimonio: "Lo que nos toca como generación es generar nuevos proyectos, no podemos vivir con lo que se hizo y es esta una oportunidad de heredar a las generaciones futuras algo más y algo mejor que lo que recibimos nosotros, que fue mucho".

En el nuevo siglo, los edificios de los museos cumplen un papel relevante, no sólo por la conservación de patrimonio y las exhibiciones sino también porque son capaces de modificar la fisonomía y la vida cultural de las ciudades.

El MNBA es uno de los museos públicos más importantes de Latinoamérica y encaró esta reforma con la finalidad de aumentar los metros cuadrados, cambiar la disposición de las colecciones y, con esto, acentuar el lugar de las piezas más importantes, más de once mil entre cuadros, estatuas y objetos con las que cuenta.

El museo ocupa lo que en 1870 era la Casa de Bombas de Obras Sanitarias de la Nación. La primera reforma estuvo a cargo del renombrado arquitecto Alejandro Bustillo, quien lo adaptó a las necesidades que por 1933, año de la inauguración, eran consideradas modernas, con salas espaciosas, bien iluminadas y de paredes blancas.

Desde entonces el edificio pasó por varias reformas, como cuando en 1961 se le agregó un pabellón. En 1980 se abrió una sala de casi cien metros de largo por 16 de ancho que alberga -hasta hoy- la colección permanente de arte argentino del siglo XX. Cuatro años más tarde se terminó la ampliación del segundo piso, donde se encuentran los departamentos técnico y administrativo, y dos terrazas de esculturas, y en 2004 una de las salas de este piso se destinó a muestras fotográficas exclusivamente, tanto para las del patrimonio como las temporarias.

Con la actual reforma, se aplican nuevos conceptos museográficos, tecnologías para aumentar el tiempo de conservación de las piezas y la elección de ponerle color a las paredes de las salas, lo que las divide según las colecciones que contienen.

Muchas piezas que se encontraban guardadas en los depósitos ahora son exhibidas dentro del nuevo guión curatorial de la institución, lo que sirve para territorializar los intereses de los visitantes.

En la visita guiada inaugural se comentó que muchos de los colores fueron buscados en las obras, como el azul de las cerámicas florentinas o el bordó para la sala barroca, que era un color muy frecuentemente utilizado en los cortinados en las obras de ese período. Para el salón con obras francesa, inglesa e italiana de los siglos XVII y XVIII el color elegido fue de un verde llamativo que alguno de los presentes calificó como "osado" pero que brinda un lujoso marco a las obras exhibidas. La idea del equipo a cargo de lo cambios era bucear en los colores más significativos de las diferentes épocas, que comienza con piezas, donadas o adquiridas, del siglo XII y hasta nuestros días pero con una visión desde el siglo XXI.

Por la cantidad de cuadros de Francisco de Goya se dedicó una sala de paredes de un subido rojo, color que representa a España. En el centro del edificio, con estatuas con obras francesas que muestran el gusto de los argentinos de principios de siglo por la cultura de este país, las esculturas de August Rodin son las protagonistas que se recortan sobre el fondo azul aeronáutico de las paredes.

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