"Malí, los hijos del hombre" es una muestra que relata un periplo de 25 días por ese país. Las fotos, tomadas con ojo experto, forman parte de un hermoso libro que sintetiza el origen de la Humanidad.
Juan Cavallero exhibe sus fotografías realizadas en África en una muestra que se centra en una pequeña porción de este vasto continente que le da nombre a esta muestrra: "Malí, los hijos del hombre".
Más allá de la explicaciones religiosas sobre cómo se originó la raza humana, las teorías científicas antropológicas ubican ese momento temporalmente hace por lo menos seis millones de años atrás y geográficamente en el continente africano.
Este artista multifacético (escultor, pintor, dibujante, ilustrador, creador de publicaciones infantiles y diseñador industrial), también se hace esta pregunta y viaja hasta allí en busca de respuestas. Para sorpresa de él mismo, que no sabe por qué designio fue elegido por los habitantes de esta región del planeta para "perpetuarse", Cavallero fue el instrumento que permitió que ese momento mágico existiera, según relató en su catálogo el artista. A ellos les agradece y los hace dueños de todos los registros que su lente captó.
El artista realizó el viaje junto a Álvaro Castagnino, curador de esta muestra, y la escultora Nora Correa, con quienes compartió un periplo de 25 días recorriendo todo Malí.
Una de la cosas curiosas con las que se toparon fue con el País Dogón, "una ciudad que es declarada como Patrimonio Cultural por la Unesco, que tiene una mezquita construida en barro de más de 700 años. Además, sus habitantes solían construir sus casas -también de barro- sobre la ladera de la montaña pero sin conexión con el piso, lo que hacía que fuera un lugar de difícil acceso, tanto que los pueblos vecinos los bautizaron "hombres-pájaros". Hoy, relata Cavallero, cuentan con escaleras "pero resulta difícil imaginar cómo lograban llegar a sus casas".
Ese lugar no posee cultura escrita y lo que dificulta aún más la comunicación del registro de su propia historia es que se hablan muchos dialectos, tanto que prácticamente cada pueblo tiene el suyo, "Para comunicarse les queda el francés, eso fue lo único que les dejaron, lo demás se lo llevaron todo", remarca el fotógrafo sobre los colonizadores galos.
Cavallero recorre un lugar tan exótico y ajeno a nuestra cotidianeidad que termina siendo un paseo para los sentidos. Malí resultó para el artista un país con gente amable que vive de manera precaria pero que le da mucha importancia a su aspecto personal, en particular sus mujeres, que le dedican mucho tiempo al arreglo de sus cabellos.
La inmensa sala de la muestra, invadida de música de Malí, con temas sobre el amor de un continente repleto de musicalidad, que está mucho más lejano de nuestro imaginario que en una realidad geográfica.
A este país viajan reconocidos músicos de jazz de todo el mundo en busca de la música de un eximio intérprete del Kora, un instrumento hecho con calabazas gigantes de hasta 60 centímetros de diámetro y más de 10 cuerdas que es ejecutado como un laúd y tiene un personalísimo sonido para enriquecer y darle un toque distintivo a sus creaciones.
Cavallero retrata personas y lugares de Malí y sus imágenes tienen una presencia contundente: las fotografías de más de dos metros de altura resultan de sus trabajos con cámaras digitales, impresas sobre papeles hechos a mano. A la excesiva precisión de lo que es capaz lo digital, Cavallero la humaniza con la textura del papel, que le aporta a la obra calidez y una mayor riqueza visual.
Las personas y el colorido de sus vestimentas cobran un protagonismo superior dentro de los paisajes y construcciones color arena capturadas por la lente de Cavallero. Algunos miran de frente, como interpelando a los espectadores; otros son sorprendidos en sus habituales tareas y lugares de trabajo, algo que recuerda su pasado cuando recorría el mundo en pos de eternizar oficios hoy casi en extinción.
La muestra recopila fotografías de viaje tomadas por un ojo experto y forman parte de un bellísimo libro que resulta también un recorrido hacia atrás en el tiempo, logrando un retrato de un grupo humano en sus actividades cotidianas que simbolizan el origen de nuestra humanidad. Y eso fue lo que sintió el artista visitando este país.
El nombre de esta muestra fue pensado antes de que apareciera la película del cineasta Alfonso Cuarón titulada "Hijo de hombre" (2006), la historia de un mundo que agonizaba porque no era capaz de reproducirse y cuyo hombre más joven, de 18 años, acaba de ser asesinado pero en el vientre de una joven mujer de raza negra surge un milagro y con ella la esperanza de que la raza humana no se extinguiría. ¿Sería este un reinicio de la Humanidad, como fue el origen en África hace millones de años?
Hasta el 17 de julio en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930. Entrada libre y gratuita.
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