La obra reciente de la artista plástica Carla Peria se centra en la representación de figuras humanas con cabeza de cerdo con un predominante color rosa (¿chancho?) que provocan un gran impacto en el espectador y también despiertan simpatías.
Peria ya venía trabajando en otras series sobre los placeres carnales en forma de orgías. De buen dibujo y manejo del color, estas figuras que se muestran sin pudor alguno dejan ver el talento de esta artista, de sólida formación académica, que trabaja sobre soportes de madera y también telas con óleos y acrílicos.
En la mayoría de sus trabajos los personajes se presentan solos y algunos llegan a alcanzar tamaños naturales.
Tanto en el folcklore como en la mitología, el recurso de mezclar en un solo ser lo humano y lo animal remite a la idea de que todos tenemos una parte de ambos.
Los griegos llamaron teriantropía a la pericia de que un humano se transforme en animal, con todos los atributos de este último. En los egipcios también encontramos un inmenso panteón en el que se conjugaba la figura humana con la de animales.
Peria usa la imagen del chancho, que en sus múltiples simbologías está relacionado con lo sexual. Sus hombres y mujeres son sensuales, contentos con sus cuerpos y, sin ropas, deambulan tranquilos por el mundo creado por la artista.
En una sociedad que sobrevalora la delgadez en los humanos, los chanchos de Peria dejan ver que sus cuerpos también merecen ser mirados. Y especialmente sus mujeres, que con sus curvas expresan su buena relación con otro placer como lo es la comida.
En su obra Peria conjuga la lujuria y la gula, dos pecados capitales, que no parecen hacer mella en la autoestima de los personajes. En el horóscopo chino el chancho tiene su lugar y para ellos su eje es el sexo. Se los describe como seres fogosos y pasionales, de gran imaginación, todos adjetivos que también sirven para describir las inquietantes obras de Carla Peria.
Hasta 15 de marzo en Defensa 1179, 1º, de martes a viernes de 15 a 18.30 horas, y domingos de 11 a 18 horas.
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