lunes, 10 de enero de 2011

Alicia (país de las Maravillas) de Artega


El arte ya es pasión de multitudes
Viendo el exacerbado optimismo vertido por la crítica de arte Alicia de Arteaga, sobre la situación actual del arte que se desprende de su nota “El arte ya es pasión de multitudes”, sería bueno imaginar como hubiera sido su relato de la toma del parque Indoamericano.
¿Qué tienen en común el jefe de gobierno, la familia obrera de Oscar Bony, el Ekeko de Marcos López y una inmensa instalación al mejor estilo de Christo en el parque Indoamericano?
Más que trazar un balance de 2010, cargado del impulso celebratorio del Bicentenario, se impone reflexionar sobre el cierre de una década en la que definitivamente cambió el lugar del arte en la agenda del público y del gobierno. El arte pasó de ser patrimonio de las elites a pasión de multitudes.
El sur de la ciudad amenaza con convertirse en un nuevo polo de arte. La participación masiva de concurrentes que contó con amplias delegaciones no sólo autóctonas también se nutrió de integrantes de países vecinos en especial de Bolivia y Paraguay aportando un derroche de color. Resulta increíble el casting para esta megainstalación que alcanzó la cifra mágica de 6000 participantes todos morochos de cabellos oscuros. Que demostró que el turismo cultural es capaz de hacer surgir lugares tan visitados como el Centro Pompidou, o Eurodisney. Primera señal visible de la nueva alianza entre el arte y el consumo.
Mientras tanto, los medios masivos asociaban arte y espectáculo, y es así como los días que permaneció abierta, la televisión le dedicó su pantalla minuto a minuto para no perderse detalle.
En Buenos Aires, el empresario y coleccionista Eduardo Costantini, fundador del Malba en septiembre de 2001, ve con buenos ojos, que se le ceda como a él un lugar público para realizar una movida cultural.
Los punteros y barras bravas son conscientes que su liderazgo sacó de la modorra a barrios como Villa Soldati y luego Retiro que se vieron sorprendidos con esta instalación divida en parcelas, realizando una acción colectiva muy bien organizada.
No faltaron la proliferación de colchones en un franco homenaje de las esculturas blandas de Marta Minujin ni las “visitas” a obras históricas, sin caer en el plagio, con representaciones de “la vuelta del malón” de Della Valle o el “Ezeiza” de Nicolás Mastraccio, con proliferación de Juanitos Lagunas y Ramonas Montiel de Berni como tampoco faltaron los niños de Diana Dowek, el chaperío de López Claro o los caballos de cartoneros de Adriana Bustos.
El activo Lombardi se las ha ingeniado para "armar" un calendario cultural sin tregua. Viendo la masiva repuesta en diciembre de 2011 se volverá a organizar “la noche de los espacios públicos tomados”.
Un dato llamativo en este pantallazo de lo que deja la década es la enorme expectativa que genera la idea de "ser parte" de la tribu del arte. La idea de "m'hijo el artista" ilusiona por igual a un alto ejecutivo que a una Margarita Barrientos.
De no creer. La transferencia de sentido operada en el mundo del arte ha terminado con el concepto de obra de arte como patrimonio de las élites y del artista como marginal-bohemio-pobre. En la sociedad contemporánea ha cambiado el lugar del artista ahora es pobre e indocumentado.
Se cierra una década en la que el arte dejó de ser noticia de tapa solamente porque se paga un récord o se concreta un robo de guante blanco. Hoy se necesita morbo para que el arte sea noticia, y es suficiente con que se tome un parque público salpicado con hechos de violencia.
El arte aporta dos atributos mucho más importantes que el dinero en una sociedad donde las instituciones, las jerarquías, los apellidos y hasta los títulos académicos han perdido su peso específico: tanto aporta prestigio como exclusividad.
Sería fantástico que el gobierno mejore la calidad de vida de los artistas o la próxima instalación será muy parecida a los desnudos multitudinarios de Spencer Tunick.
"Solo per codere"

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